Contra la Difamación: Preservando la
Verdad y la Justicia
La impunidad de aquellos
envidiosos que, en su afán por dañar reputaciones y saciar su mezquindad, se
valen de su posición para sembrar mentiras y manipular la verdad, es una
afrenta a la ética y al periodismo responsable. Es desolador ver cómo un
fotógrafo profesional, bajo el manto de la envidia (a intentado echar a esta
persona de varios eventos en los que a veces lo logro y otras no, diciendo que esta
persona no es de ningún medio de comunicación lo cual es cierto refiriéndose a
él como intrusismo laboral, pero es capaz de tener amistad con un niño de 16
años que entra en los campos de futbol y baloncesto (acreditado) y que
tiene su propia página de deportes en formato de periódico digital y tratarlo
como a un igual, al igual que a otras personas que tienen blog, páginas
Web…etc., que tienen sus trabajos y no son miembros de ningún medio de
comunicación y al parecer esto no le molesta al menos no los ha mandado
expulsar ni lo ha denunciado públicamente), pueda orquestar una campaña
difamatoria tan vil como la que hemos presenciado recientemente. La falsedad de
una noticia que acusa a un inocente de comportamientos inapropiados con niñas
futbolistas y de actividades delictivas es repugnante, que no solo es
inocente además ni siquiera está imputado. Si esto es rigor periodístico
igual alguno se debería dedicarse a otra cosa, fotógrafos incluidos.
Es imperativo que los medios de
comunicación asuman su responsabilidad de verificar la veracidad de la
información antes de publicarla, especialmente cuando se trata de acusaciones
tan graves que pueden arruinar vidas. La falta de escrúpulos de aquellos que
manipulan la información con propósitos maliciosos socava la confianza en la
prensa y perpetúa una cultura de la difamación impune.
Es alentador ver cómo la verdad
prevalece, como en el caso confirmado por la Subdelegación del Gobierno en
Salamanca, del inocente supuestamente investigado (No hubo ninguna denuncia
ni tal investigación), pero no podemos subestimar el daño causado en el camino.
Insto a la comunidad periodística a rechazar rotundamente cualquier forma de
manipulación y difamación, y a abogar por la integridad y la ética en cada paso
de su labor informativa. Juntos, debemos defender la verdad y la justicia
contra la impunidad de la envidia y la falsedad.
La situación se agrava aún más al
descubrir que al parecer, además de la difamación en los medios, se ha desatado
una cacería de brujas en las redes sociales y aplicaciones de mensajería. Al
parecer por la circulación de una fotografía del presunto investigado, con
acusaciones infundadas adjuntas, es una afrenta a la privacidad y una muestra
alarmante del poder destructivo de la desinformación en la era digital.
Es indignante ver cómo la imagen
de un individuo puede ser utilizada como arma en manos de aquellos que buscan
satisfacer sus propios intereses, sin importar el daño colateral que causen.
Este tipo de linchamiento público, basado en rumores y falsedades, es una clara
violación de los derechos humanos más fundamentales y debe ser condenado
enérgicamente por toda la sociedad.
Es fundamental que, en nuestra búsqueda de la verdad y la justicia, no caigamos en la trampa de la difamación y la persecución sin fundamento. La presunción de inocencia es un principio básico de cualquier sociedad democrática y debe ser respetado en todo momento. Insto a la comunidad a ejercer la prudencia y la responsabilidad al compartir información en línea, y a resistir la tentación de participar en linchamientos virtuales que solo perpetúan la injusticia y el sufrimiento.

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