Alice Wonder en el Juan del Encina, Salamanca


Alice Wonder en el Juan del Encina

Anoche, en el Juan del Encina vivimos una de esas veladas que justifican el valor que tiene la música en directo. Alice Wonder con un formato acústico que, lejos de rebajar la intensidad, amplificó todos los matices de su voz. Con una entrada más que notable ("ella pensaba que no iba a ir nadie"), consiguió crear un espacio íntimo, casi mágico, en el que músico y público habitaron juntos.
Desde el primer acorde se vio que no solo nos proponía versiones desnudas de sus temas, sino que con su presencia sencilla, directa, fue como una prolongación natural de lo que transmitió con su música: vulnerabilidad, fuerza interior y la búsqueda de conexión real.
Durante la noche sonaron viejos temas, como el que decidió crear junto a su hermana por un ex de su hermana que al tiempo quiso aparecer cuando ya no le necesitaba, y como alguno de su último disco que aún no había tocado en acústico.
Lo mejor del concierto es que parecía que no había espacio entre ella y nosotros, como si estuviéramos en el sofá de su casa después de cenar a la luz de las velas. Ella se mostró muy natural, agradecida, cómplice; cuando hablaba, lo hacía sin prisa, buscando que entendiéramos no solo la letra, sino la intención y el origen, como cuando nos dijo el estribillo en castellano de una canción que cantó en inglés.
El resultado fue un concierto cercano y humano que se logra desde la experiencia y la autenticidad.
En fin, se mostró tal y como es, con sus contracciones, sus claros y oscuros que componen su identidad musical.
El público respondió entregándose en cuerpo y alma, conscientes de haber escuchado y visto algo más que un concierto: como si hubiera sido una declaración sincera de una creadora en expansión.
Fue una noche que perdurará en los sentidos de los que allí estuvimos.



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